Que de moda se pusó el “soltar”.
Y cuántos años nos dijeron que teníamos que agarrar fuerte lo que teníamos (casa, trabajo, marido, cuerpo).
No podemos pasarnos la vida soltando todo, tampoco aferrándonos a lo que ya no suma.
Esta semana durante mi práctica, me di cuenta (gracias a la ayuda de mi maestra hermosa) que muchas posturas no las estaba sosteniendo. Las estaba pasando. Haciéndolas. Sintiéndolas. Pero un poquito. No buceándolas. No habitándolas a fondo. Una inhalación corta y una exhalación profunda y hermosa.
Qué fácil es para muchxs de nosotrxs soltar. Exhalar profundo. Largarlo todo. Soltarlo todo. Sí, bastante sagitariano todo.
Y qué difícil el sostener.
Esto me lleva a pensar Prana y Apana. “El equilibrio entre Prana y Apana se da cuando la energía de ambos procesos crea una circulación fluida, cuando lo que alimenta está equilibrado con lo que se elimina y cuando la energía que entra consigue atravesar los canales energéticos principales sin interrupciones, circulando con libertad”.
Y, como siempre, el yoga fuera del mat, me hace entender que para poder circular con libertad necesito AMBAS. Necesito este equilibrio. Ni todo es sostener ni todo es soltar.
Qué fácil decirlo. Y qué simple parece ahora, así, bajado a papel.
Pero todavía no entiendo cuánto me costó verlo y cuánto me cuesta llevarlo a la práctica.
En principio, mi forma de pasarlo por el cuerpo (ya que TODO necesito pasarlo por el cuerpo, por mi experiencia, leer o filosofar no me funciona), es sobre mi mat. Alargando la inhalación, sosteniendo más las posturas aunque me cueste, abriéndome más, habitando más cada espacio.
Para así de a poco poder llevarlo afuera del mat. Sosteniendo todo aquello en lo que confío y creo, por más que hoy no esté funcionando como deseo. Sostener charlas que me cuestan, pero que sé que suman. Sostener vínculos. Sostener espacios.
Qué fácil es para muchxs de nosotrxs soltar. Y por eso mismo, qué importante también, aprender a sostener.